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EL DESARROLLO MOTOR Y LA CALIDAD DE MOVIMIENTO EN EL DEPORTE

La práctica de deporte y de actividades físicas en edades tempranas juega un papel fundamental a la hora del desarrollo de los ámbitos de la conducta a nivel cognitivo, afectivo, social y motriz. Pues son diversos los estudios que confirman la existencia de una relación favorable entre el desarrollo motor, en patrones de movimientos básicos cuanto mayor es la exposición al deporte y/o la participación en actividades físicas organizadas (Gamardo & Alzate, 2013; Holfelder & Schott, 2014).

¿Qué es el desarrollo motor?. Este concepto debemos diferenciarlo del desarrollo humano, entendido como “cambios que el ser humano sufre a lo largo de su existencia, mediante un proceso de adaptación del organismo con su medio”. Sin embargo, esta anterior definición tiene mucho en común con el desarrollo motor, el cual consiste en “aquellos cambios producidos con el tiempo en la conducta motora que reflejan interacción del organismo humanos con el medio”.

 

Los motivos que impulsan el desarrollo motor en edades tempranas suelen estar relacionados con la intención de conocer si los niños y adolescentes presentan unos niveles de competencia o desarrollo motriz adecuados a los estándares presentados según la edad cronológica que poseen, y por consiguiente, identificar aquellos casos de desarrollo ralentizado para poder tomar medidas, una vez detectado el caso, para que alcancen los niveles correspondientes a su edad. Por tanto, la ausencia de práctica o el hecho de no recibir instrucción guiada adecuada, puede llevar a que algunos niños o jóvenes no adquieran la información perceptiva y motriz adecuada y necesaria para llevar a cabo determinadas y diferentes habilidades con un máximo de precisión (Malina y Bouchard, 1991).

¿Qué es una habilidad motriz?. Algunas de las definiciones más utilizadas, son la de Knapp (1989) que las define como “acciones concebidas conscientemente y aprendidas, que conducen a resultados predeterminados con un máximo de acierto y un gasto mínimo de energía, tiempo o de ambos”. Después de esta aclaración conceptual, podemos abordar el enfoque que se otorga a la adquisición de habilidades motrices en el ámbito de la educación, la actividad física y el deporte.

 

Desde el punto de vista de la educación, los periodos comprendidos que van desde los 4 a los 7 años hasta y de los 8 a los 14 años, aproximadamente, suponen unos de los momentos clave para el desarrollo motor en los niños y jóvenes. Según Gallahue (1982), estos periodos del desarrollo motor son las llamadas “Fases de los movimientos fundamentales” (2-7 años) y  “Fases de los movimientos deportivos” (8-14 años). Se trata de la “Edades de Oro del Aprendizaje Motor”, que según diversos autores, es una fase sensible para un aprendizaje rápido y de fácil acceso para el niño/a de las de las habilidades motrices. Según Cratty (1979), al final de la primera fase se produce la transición de las habilidades motrices fundamentales hacia el comienzo de la adquisición de habilidades motrices específicas de las disciplinas deportivas en cuestión y, por supuesto, para cada individuo la transición se dará antes o después dependiendo de la respuesta biológica y del afianzamiento de las habilidades motrices fundamentales. Para Gallahue (1982),  existen 4 principios en el proceso de “Aprendizaje Motor”:

  • El ser humano progresa motrizmente de lo simple a lo complejo y de lo general a lo específico.
  • Cada sujeto debe superar cada fase para poder optar a conductas motrices más complejas.
  • Los seres humanos pueden encontrarse en diferentes fases en tareas distintas.
  • Existen factores físicos (aptitud) y mecánicos que intervienen el proceso de ejecución motriz.

Otros autores más antiguos relacionados con el desarrollo motor como fue Piaget (1969), tenían una visión de este concepto ligada al desarrollo de la inteligencia. Piaget trata de comprender y explicar cómo los niños accedían al conocimiento. Para ello, Piaget describió cómo los movimientos motrices infantiles tomaban parte en el desarrollo cognitivo infantil y cómo su importancia decrecía a medida que el niño accedía a posibilidades más complejas o elevadas de abstracción. Según Piaget, la motricidad interviene a distintos niveles en el desarrollo de las funciones cognoscitivas llegando a la conclusión de que: ”todos lo mecanismos cognoscitivos reposan en la motricidad” (Piaget, 1989). Esta última frase la explica, a través de un gráfico en el cual observamos que la MOTRICIDAD, en sí misma, tiene un papel muy importante en las primeras etapas de la evolución del niño en su infancia y, a partir de la pubertad esa motricidad tiene menor protagonismo a medida que el joven va alcanzando mayores grados de INTELIGENCIA, la cual va acaparando un papel más importante en el desarrollo motor:

Por otro lado, desde el punto de vista de la actividad física y el deporte, la participación temprana de los niños en el deporte ha dado lugar al estudio de las respuestas funcionales provocadas por la carga física impuesta por el entrenamiento sistematizado y organizado, generando diferencias respecto a la respuesta de los adultos por su relación con el crecimiento y la maduración (Acikada, 2004). El rendimiento físico estimado por la evaluación de las cualidades físico-motoras, permite orientar la planificación y prescripción de la carga física aunque el objetivo de la misma se oriente al mantenimiento de la salud o al entrenamiento físico deportivo (García, Rodríguez, Suárez, Flores y Rondón, 2003).

De esta forma, debido a la relevancia del desarrollo motor y el crecimiento motriz del individuo parece esencial la valoración de la calidad de dichas habilidades motrices. Desde el punto de vista de la actividad física y deporte, la evaluación del progreso y rendimiento del deportista de las habilidades específicas de las disciplinas deportivas, es una cuestión que los profesionales del deporte deben de conocer a la hora de pautar y diseñar los programas de entrenamiento adecuados a las necesidades tanto individuales intrínsecas del deportista, como específicas del deporte así como las demandas físicas del mismo (extrínsecas).

Es algo muy común a día de hoy que los profesionales del deporte evalúen a sus deportistas, pero no todos realizan el mismo tipo de valoraciones, puesto que cada disciplina deportiva tiene un conjunto de demandas que las diferencian de las otras, porque son específicas de los esfuerzos que se dan en dicho deporte. Sin embargo, los conceptos de “test”, “examen o balance ”, “batería”, “escala”, “lista de control”… Son comunes tanto en el ámbito de la motricidad como del psicológico, además de poder ser utilizados en cualquier disciplina deportiva para la evaluación de habilidades motrices fundamentales y específicas. Por otro lado, los criterios de selección de instrumentos de evaluación, a la hora de escoger la mejor herramienta para valorar a los deportistas hemos de tener en cuenta:

  1. Fiabilidad o precisión con la que se valora la estabilidad de los resultados.
  2. Objetividad del instrumento examinador, es decir, la probabilidad que tienen de diferir los resultados al haber sido evaluados por diferentes examinadores.
  3. Validez o seguridad de que valora realmente lo que se pretende medir.
  4. Sensibilidad, si el instrumento describe la mínima diferencia o margen de error.
  5. Normalización o estandarización si existen normas para poder reflejar o comparar resultados obtenidos.
  6. Integración con otra información o que sea un instrumento que cumpla la finalidad de destacar la información necesaria sobre el sujeto y la posibilidad de ser integrado con información del mismo.
  7. Coste económico y de tiempo.

Estos criterios de selección de los instrumentos de evaluación, aluden a que el examinador debe tener una formación necesaria sobre la materia a evaluar para poder conseguir cumplir estos criterios de selección

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

  • Acikada, C. (2004). Training in children. Acta Orthop Traumatol Turc, 38(0), 16-26.
  • Cratty, B.J. (1979). Perceptual and Motor Development in Infants and Children. Michigan University: Prentice-Hall
  • Gamardo P.F., & Alzate J. (2013). Relación entre el grado de desarrollo morfológico y la capacidad de Trabajo Físico en los Niños entre 8 y 13 años. Revista Electrónica Actividad Física y Ciencias, 5 (2).
  • García A. P., Rodríguez, B. a., Suarez, R. Y., Flores, E. Z., & Rondón, R. (2003). Aptitud física, maduración y morfología en niños y jóvenes nadadores. An Antrop. 37: 23- 37.
  • Holfelder, B. & Schott, N. (2014). Relationship of fundamental movement skills and physical activity in children and adolescents: A systematic review. Sport Exercise Performance Psychology, 15(4):382-391.
  • Instituto Nacional de Educación Física (2014). Apuntes “Desarrollo Motor”. Universidad Politécnica de Madrid. Madrid.
  • Knapp, B. (1989). La habilidad en el deporte. Valladolid: Miñón.
  • Malina, R.M. & Bouchard, C. (1991). Growth, Maduration and Physical Activity. Champaign, IL: Human Kinetics
  • Ruíz, L. M. (1994). Desarrollo motor y actividades físicas. Madrid. Gymnos.
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